Ella, una niña pequeña, consentida, abrazada por sus padres, como si ese abrazo se borrara de la memoria de uno; jugaba, andaba en bicicleta, lloraba cuando caía y se raspaba las rodillas casi a diario, sin saber, que cada marca en su piel, se convertiría en un libro de cuentos de su infancia.
Siempre fue una niña contenta, aunque siempre tuvo también la sensación de no poder decir las cosas como las pensaba, pues aprendió que no todos podían entenderla y en el mejor de los casos, la gente sólo le temía y se alejaba de ella, y en el peor, algún tarado se atrevía a burlarse de ella, cosa, que la acompaño a lo largo de su vida y que causó tanto impacto como una lechuga mal acomodada en el supermercado.
Él, en la monotonía de su siempre sobreprotegido hogar, observaba a los otros niños por la ventana y de inmediato, tras un colapso de seriedad emocional, regresaba su cabeza a los niños. No había nadie que puediera divertirse tanto y tan por su cuenta como él, que la única vez que se atrevió a desobedecer se rompió un brazo subiendo a un árbol, y esque no tenía idea de com hacerlo, amado por sus padres, que esperaban de él la rectitud y buen comportamiento que ellos sabían tener, así que cuando creció nos encontramos con un chico, tan inteligente y culto que no sabía nada de la vida o de las personas, despúes de todo nunca supo estar con ellas, y sin embargo, siempre tuvo esa provocación interna de salir a la calle, hablar con personas distintas a las que conocía, siempre quizo hacer tanto.
Marcela, involucrada en un mundo de fiestas, drogas, sexo y decadencia, se divertía a costa de lo que fuera, estaba viva, amaba estarlo, se vestía de colores, dibujaba sobre cualquier superficie, no tomaba café, pero fumaba muchos cigarrillos, iba de una relación a otra, siempre cansandose de la monotonía, siempre con esa necesidad de cambio prvocado por su aburrimiento, por la falta de interés en sus parejas de todo tipo.
En ocasiones, se escapaba, dejaba de reírse y se preguntaba si esa era la verdadera vida sólo una superficial hipocrecía que estaba acostumbrada a vivir, era ocasional y racional, hasta que un día, invadida de drogas, muerta de miedo y furia, quizo escaparsele a la vida y salío corriendo, alejandose de sus amigos, que desde el lugar de la fiesta sabían que algo andaba mal, pero no hacían nada.Supo entonces lo cierta que era su soledad.
Para Marcela, las cosas comenzaron a complicarse cada vez mas, era adicta a las drogas, su familia estaba rota y sus amigos estaban igual de enfermos que ella, todos eran una maldita bola de adictos, y en adición, sus planes de grandeza se veían destruídos por su patética realidad de estancamiento, sin amor, ni pasión, solo desesperanza.
Por otro lado, en su rincón del mundo estaba Lorenzo, siendo el sueño de sus padres, un estudiante de medicina que todo lo podía, sin la conciencia de la felicidad embriagadora, con la certeza de tenerlo todo, mas aquella necesidad de salir al mundo se mantuvo latente, aprendió a relacionarse un poco con las personas, para él, el objetivo estaba cumplido, peleo con maestros que hablaban blasfemias, hizo el amor, hizo amigos, amigos que sabían del mundo y la vida. amigos que lo llevaron a sus mundos, uno en particular, y es que si no sabes como es el mundo en el que vives de verdad te envidio, no sabes como estamos todos rodeados de dulces que ofrezen mundos de magia y en realidad, detrás de eso sólo son manicomnios con pulso, y rompiendo la perfección, le hallaron a Lorenzo fumando marihuana en su baño.
Se la había dado su amigo y compañero de clases Antonio, Antonio que a su vez era amigo y vecino de Marcela, ambos fanáticos de esos manicomnios a los que se habían acostumbrado, que ya nos les daban miedo, que los habían convertido en uno de esos locos.
Fue así que se conocieron Lorenzo y Marcela, que al principio fueron nada el uno para el otro y que con el tiempo se descubrieron en medio de la gente, a la mitad de la fiesta, sumidos en su realidad fictícia.
A él, ella le recordó a esos niños que veía por la ventana, pues a pesar de tanto caos ella nunca dejó de ser libre y contenta, y actuaba como una niña aún, le hacía feliz mirárla, analizarla, dejarse llevar por sus risas y juegos.
La llevó al único lugar que se le ocurrió, pues conocía su vocación de artista y con la noción anticipada de que se iría de la vida de esa pequeña niña, le hizo un regalo, sin saberlo, que se convertiría en un motivo para esa chica rota con la que se había encontrado al fin, alguien a quien podía ayudar, aún cuando no podría.
A ella, le gustaba de él. todo su conociemiento, todo lo nuevo que pudo mostrarle, las cosas que compartieron que desconocía y las platicas con que se entretenían, le veía tan calmo y retraído, le imaginaba como un niño en casa triste y solitario, ansioso de salir y mojarse bajo la lluvia, si alguien, alguna vez le hubiese dicho lo certer que era su visión, no habría gesticulado un sólo indicio de sorpresa, era por eso, que tan tierno le parecía ese niño asustadizo, que hacía ahora que era un hombre lo que nunca pudo cuando niño, sabía que él, así como ella estaban perdidos en soledades ignoradas, soledades compañeras, soledades del alma, no había con quien compartirse mas que el uno con el otro, en aquel panteón, que alberga tumbas de famosos pensadores, Alfaro, Octavio, inumerables grandes, aquel lugar, que identificó desde el prmer momento a Marcela con su necesidad y temor de poder ser como ellos, su necesidad de querer ser recordada por darle al mundo un poquito de amor a vuelcos.
Lorenzo, creyendose más de lo que no sabía que era, quizo y le pidió a Marcela la oportunidad de ayudarla, y Marcela conmovida por el intento inútil de su compañero, le dejó saber que se lo permitiría, engañandole en parte por amor a el y en parte por esperanza suya, tal vez ella también se equivocaba y sabía ménos de lo que creía.
Eventualmente, los instintos de conservación llevaron a Lorenzo a temerle a los sentimientos que esa pequeña niña, de la que no esperaba tanto, le llevó a tener, no supo controlarlos, le norteaba el horizonte, debía salir corriendo, pues no estaba dentro de sus planes enamorarse, y llevado por su ignorancia ante la vida se dejó llevar y se perdió en la vida, creyó para sí mismo, que podía hacerle a Marcela un espacio en sus planes mas adelante, cuando no interfiriera con los actuales, se marchó, y ella enojada con esa actitud suya, y movida por el desencanto de sus fantasías, se pèrmitió olvidarlo, para nunca preguntarse que tan bien habrían estado dos personas perdidas, solas y fastidiadas, aparentemente contentas, pero siempre incompletas, de nuevo. y esque despúes de todo, ¿es posible tanto amor?
martes, 25 de agosto de 2009
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